Asturias es una región pequeña, montuosa y en extremo amena. Muy fructífera, tanto que produce todo fruto que en ella se plante y siembre. Sus montes son de grandes y soberbios árboles, robles, castaños y otros. Hay en los montes muchos árboles de frutos comestibles, sin que se planten siquiera, particularmente perales… Tiene muchas cuestas y altos, de los cuales se despeñan frescas y caudalosas fuentes; entre estos altos y valles tiene abundancia de frutos, avellanos, particularmente a la orilla de los ríos y en los contornos de los prados: peras, manzanos, ciruelos, cerezas, castañas, más que tanto por tanto en parte del mundo; nogales, tantos que de nueces y avellanas se cargan navíos para Lisboa y Sevilla, y algunas veces llevan de toda fruta, que hay tanta que no se guarda ni se cede a nadie… Hácese mucha sidra de manzana y hay hombre que hace cien pipas de sidra, que en Castilla llaman vino de manzanas, y cada pipa hace cerca de cuarenta cántaras, y cada cántara, ocho azumbres. Vale esta sidra a 16 maravedíes la azumbre. Una es dulce como la miel; otra tira a vino y algunos no sienten con ella la falta de vino. Hay muchos ríos caudalosos de salmones, los más regalados de España y aún del mundo. De lampreas, truchas y anguilas. Cógese mucha escanda, que es un grano de trigo, que hace el mejor pan que se come en España, blanquísimo y esponjado… Tienen estos valles mijo y panizo, las cuales semillas se usan muy poco por el mucho maíz, que llaman trigo de las Indias, que se coge en gran cantidad. Es un pan amasado a morrillo, como cera o poco menos dura, blando y sabroso dos días, que se come bien ayudado de las viandas, de leches, quesos, mantecas de vacas, pescados y muchas carnes frescas y acecinadas, porque de lo dicho hay mucha abundancia… Es el maíz sustento de todos los animales, engordan mucho con ello y, juntamente, a las gallinas las hace sabrosas y muy tiernas, y también a los capones, que cuando más caros valen es a dos reales cada uno; las gallinas suelen valer a real, a real y medio y a dos reales; los huevos, por las aldeas, a cuatro el cuarto y a ocho; y desque van de la Corte por ellos valen a maravedí en la ciudad de Oviedo y en las aldeas más baratos; los pollos a ocho maravedís… Mátanse en los puertos de mar muchas ballenas, que solían valer a 400. 500 y 600 ducados. Se mataban en el puerto de Lastres a 8, 12 y más ballenas cada año, y en otros puertos 2, 3 o 4 o las que podían.
Luis de Valdés, Memorias de Asturias, 1622
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